viernes, 3 de abril de 2009

La fuerza de un libro

Días atrás terminé con la lectura de la biografía del "Che" Guevara, un libro del escritor Paco Ignacio Taibo II. Cuando Ernesto Guevara fue detenido en Bolivia, se lo trasladó a la escuelita de La Higuera, donde permaneció detenido hasta su ejecución. Allí, el Che pide a los custodios que le permitan hablar con la maestra Julia Cortes, y le dijo (señalando el pizarrón):

- Ah, usted es la maestra. ¿Sabe usted que la "e" de "se" no lleva acento en "ya se leer"? Por cierto, en Cuba no hay escuelas como ésta. Para nosotros esto sería una prisión. ¿Cómo pueden estudiar aquí los hijos de los campesinos? Es antipedagógico.
(...)

Al leer este párrafo me quedé con el sabor amargo de no entender por qué la "e" de "se" no lleva acento, cuando es bastante sabido que la conjugación en primera persona del presente del verbo "saber" sí lleva acento. Esta observación también la hicieron algunos amigos, con los cuales comentamos este tema. Así que me puse a investigar un poquito, buscando y revolviendo por la web, hasta que en un foro me aclararon la cuestión:

Has interpretado mal la anécdota. No es que el Che le dijera a la maestra que es correcto escribir "se leer" sin tilde, sino que, al refugiarse moribundo en la escuela, señaló a la pizarra donde aparecía la falta de ortografía y le dijo a la maestra que, en la pizarra, "se" no llevaba la tilde, y debía llevarla. Cuando dijo "lleva" no era un presente atemporal (sé, del verbo saber, lleva tilde / el agua hierve a cien grados) sino un uso normal, no desplazado (ese sé, aquí y ahora, no lleva tilde).


¡Ahí respiré! Es que ya estaba empezando a dudar de la destreza del autor del libro, y también de que existiera alguna particularidad en la conjugación del verbo "saber" que hiciera que en ese caso concreto, por alguna causa para mí desconocida, pudiese obviarse la tilde. Pero, afortunadamente, este no era el caso; solo una mala interpretación del texto por mi parte, y a dormir tranquilo, que la conjugación en primera persona del verbo "saber" siempre lleva acento.

Una vez resuelta esta situación me puse a reflexionar sobre el poder que tiene un (buen) libro. Que un objeto inanimado tan simple, tan sencillo, sea capaz de darnos semejante bofetada para despertarnos de un letargo, es una acción que roza lo sobrenatural. Me sentí exigido y empujado a llevar adelante una búsqueda que aclare un hecho concreto. Pero lo sentí por parte de un libro, fui movido por su capacidad demoledora y avasallante, y como si me hubiese enfrentado a una avalancha de lodo, no me pude resistir y me dejé llevar.

Y me sentí feliz. Porque que por el resto de mi vida, tanto la anécdota del Che como la conjugación correcta del verbo "saber", quedarán grabadas a fuego en mi cabeza.

Parece un detalle menor, pero no lo es. Ayer, una vez resuelta la duda, festejé. Y lo hice por una simple razón: porque mientras me dejaba arrastrar por la fuerza de esa avalancha, mientras sentía cómo el fuego iba grabando las palabras en mi mente, en ese preciso instante también descubrí que, como la frase en la pizarra, yo también ya sé leer.

1 comentario:

  1. Me gusta este cuento. Al terminar de leerlo se sabrá la relación con el post: http://pages.towson.edu/LRomo/narrativa/Cassette.htm

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